Espacios de 250 butacas para una ciudad de dos millones de habitantes con festivales internacionales, promesas de megaproyectos pendientes y falta de hábito de asistencia en el público son algunos de los problemas con los que lidia este arte

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18 de noviembre de 2018, 4:00 AM
18 de noviembre de 2018, 4:00 AM

“¿Qué es primero, el huevo o la gallina?”, reflexiona Cecilia Kenning, expresidenta de la Asociación pro Arte y Cultura (APAC), sobre si vale la pena o no invertir en mayores espacios para las artes escénicas. “El público no nace por espontaneidad, si los padres no fueron nunca al teatro, no van a inculcar a los niños eso, y encima hay que competir con los súper shows de la TV, cines, conciertos. Hay que invertir en la creación de audiencias”, dice Kenning, a quien le tocó ‘sufrir’ hace poco en una función sin aire acondicionado.

El tema de las infraestructuras culturales fue uno de los abordados en el Taller Informativo Municipal Mecanismos administrativos para la gestión cultural, realizado en El Altillo el 14 y 15.

“Esta ciudad necesita lo que en otras ciudades se está haciendo, gestión, entendemos la burocracia, hemos redundado en eso, pero ahora qué vamos a hacer”, cuestionó el gestor cultural Fernando Figueroa. La directora de Cultura del municipio cruceño, Grysel Berlioz, lamentó que a presentaciones gratuitas de la Alcaldía los asistentes no superen las 30 personas, y reconoció la necesidad de generar una educación cultural.

Durante el taller, la secretaria de Finanzas del Ejecutivo Municipal Sandra Velarde, expresó que el proyecto de otra gran sala cruceña tomará más tiempo. “El teatro lo deseamos todos, no el que hemos construido para 150 butacas en la Villa, que puede ser una ampliación para empezar esta dinámica, pero los costos son bastante elevados, estamos tratando de gestionar un crédito para su ejecución, lo pusimos en el POA 2018 para los primeros estudios, también lo hemos vuelto a poner en 2019”, dijo.

Salas públicas

El Paraninfo Universitario, dependiente de la Uagrm; la Casa de la Cultura, con 240 butacas, dependiente del municipio; y el Centro de la Cultura Plurinacional (CCP), dependiente de la Fundación Cultural Banco Central de Bolivia, son alternativas públicas disponibles.

De ellas habla Porfirio Azogue, de la compañía Ditirambo. “En total hay como 14 espacios, entre públicos y privados, uno va a los primeros porque no cobran alquiler, pero como la Uagrm es autónoma sí cobra por el Paraninfo. La Casa de la Cultura tiene problemas con los aires acondicionados, el CCP no tiene los equipos ni el técnico necesario porque es una sala múltiple, y la sala del Museo de Historia no cuenta todavía con un reglamento para solicitarla. Las salas privadas cuestan entre $us 500 y 1.500”, explicó. Otra actriz, que prefirió no dar su nombre, lamentó que la situación sea desastrosa, “deja una pésima impresión, pero toca presentarse ahí. El único teatro realmente decente para grandes presentaciones es el Eagles, pero cobra $us. 1.200 por función”, agregó.

También está como alternativa privada el CBA, que hace esfuerzos, pero le falta la pendiente que facilita apreciar el show. Centros Culturales pequeños y privados como Seoane o Tía Ñola, según Porfirio Azogue, son para presentaciones menores. “Llenan una vacío enorme y dan oportunidad a las compañías más reducidas”, aclara.

La sala de Aecid, según Cecilia Kenning, es la mejor mantenida, sin embargo, Azogue dice que ha disminuido su énfasis en teatro, para concentrarse en su vocación: la formación.

La gran tortura llega con el Festival Internacional de Teatro, de Apac. Kenning dice que siempre ha sido un parto: “Hemos tenido que pedir a las cabezas de las instituciones hasta que limpien y compren focos, porque hasta ratas había, llevar equipos y técnicos extra, hay una muy mala administración”, dice.

Grysel Berlioz adelantó que máximo en 15 días se estará refaccionando la Casa de la Cultura y se están adquiriendo 10 equipos de aires acondicionados, desde la oficina de Bienes Patrimoniales, para fortalecer la Casa de la Cultura.