Una nueva adaptación de la obra de Shakespeare en Santa Cruz en el siglo XXI se convierte en un complejo desafío para la multifuncionalidad de las salas

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15 de junio de 2019, 4:00 AM
15 de junio de 2019, 4:00 AM

La misión del arte es mostrar otredad, suele enfatizar Roberto Valcárcel. ¿Pero cuál será, en ese marco, la misión de un centro cultural? De entre varias respuestas posibles, ensayaremos dos: 1) ser un espacio de irradiación de manifestaciones artísticas y creativas; 2) ser un lugar que habilite diferentes tipos de conversaciones entre los actores de la escena y los usos de los espacios.

Nuestro país está lleno de artistas notables que se han construido a sí mismos de manera autodidacta, son seres creativos que no tuvieron la posibilidad de estudiar las artes como carrera profesional, pero eso no fue impedimento. Lorgio Vaca, Marcelo Callaú o el mismo Herminio Pedraza. En un centro cultural existe la rara oportunidad de encontrarse con algunos maestros, con sus obras y con dinámicas sobre ellos.

El espectador necesita exponerse, ser afectado por diversas formas de sensibilidad.

Romeo y Julieta

Una nueva adaptación de la obra de Shakespeare en Santa Cruz en el siglo XXI es un complejo desafío. Romeo y Julieta (1597) es la historia de un matrimonio clandestino, de la rivalidad entre dos familias, una obra clásica, que hace desfilar treinta personajes y dura alrededor de tres horas. Marcó decisivamente el imaginario del amor romántico de occidente. Sin embargo, los modismos y diálogos con palabras fuera de uso en la actualidad, representan un desafío a la hora de representar a Shakespeare para los públicos juveniles de hoy.

Al respecto, Ubaldo Nállar, que adaptó y dirigió esta versión de Romeo y Julieta, decidió combinar los parlamentos de la obra original con modismos y acentos propios de la región del oriente y del altiplano. El recurso fue usado con fines cómicos principalmente. La puesta en escena es sobria y hace gala de un amplio despliegue de vestuario. Nállar resalta la versatilidad de la puesta en escena: “Nuestro montaje se centra en uno de los aspectos más importantes del teatro isabelino, la obra no está condicionada a un escenario de teatro convencional, bien podría presentarse en un parque a plena luz del día o en un salón, o en un patio, o en un teatro a la italiana”.

Destaca la manera en que lograron que sean los mismos actores, dentro de sus parlamentos, los que vayan acomodando esos módulos a los lugares que requería la siguiente escena, siempre en el desarrollo de la trama, sin interrumpirla (excepto por un descanso intermedio casi al final de la obra). Al verla recordaba algunos flashes de otra adaptación de Shakespeare: Othelo, termina mal (Argentina), la fantástica adaptación de Gabriel Chamé Buen Día, que apreciamos en el Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz, Fitcruz 2019. Es claro que Nállar apuntó a repetir algunos de los logros de ese tipo de adaptación, donde pocos actores hacen el rol de muchos personajes usando máscaras y otros artilugios. Esta aproximación demanda sin embargo una virtuosidad actoral que requiere de mucho trabajo y repetición.

El espacio

Entramos ahora al segundo punto: habilitar diferentes tipos de conversaciones entre los actores y los espacios. Romeo y Julieta se presentó en sus funciones en Sala Guaraní del CCP con la asistencia de estudiantes de los colegios “Wálter Suárez” y “Arzobispo Daniel Rivero”. La directora de la institución, Paola Claros Arteaga, resalta el hecho de que tanto Montescos como Capuletos se hayan apropiado por unas horas de este espacio, recordando que esta edificación cumplía funciones radicalmente opuestas hace décadas. “Creo que es valioso recordar que el Centro de la Cultura Plurinacional funciona en lo que antes fue el Banco Boliviano Americano, es decir, un lugar donde se venía a realizar transferencias monetarias es ahora un espacio donde desfilan diferentes ficciones, como en este caso las de Romeo y Julieta, que nos hace revivir otra cultura y otra época” –remarcaba.

La consigna es pues pensar no solo en la obra, sino también en el territorio de su desarrollo, y las condiciones de posibilidad para que se presenten las obras. Son estas dos cuestiones, a propósito de la presentación de una obra teatral, las que se pueden proponer para pensar a partir de lo que ocurre en nuestra escena local. Las actividades y la gestión cultural de la ciudad no paran.