Viaje en el sur de Bolivia, del naturalista francés Hugues Weddell, quien recorrió el país a mediados del siglo XIX, se publicó por primera vez en español. Está a la venta en librerías 

El Deber logo
10 de noviembre de 2018, 4:00 AM
10 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Cuando Bolivia estaba en sus 'veintes' y el sur del país era un territorio casi imaginario de tan poco transitado, un explorador francés cabalgó de Santa Cruz a Cinti y desde ahí avanzó, pasando por Tarija, hasta las profundidades de ‘la frontera’ en busca de abrir una ruta que, siguiendo el río Pilcomayo, llegue hasta Paraguay y conecte a Bolivia con el Atlántico. Por falta de apoyo estatal, Hugues Weddell no logró hacerlo, pero dejó algo quizás igual de importante: el recuerdo de lo que vio.

Las memorias de su viaje por el sur de Bolivia (1845–1846) se publicaron en 1851 en francés. Por su valor histórico, el presidente Ismael Montes promulgó en 1916 una ley en la que ordenaba su traducción al español. Un siglo y dos años después, la antropóloga Isabelle Combès presenta Viaje en el sur de Bolivia, de la editorial El País, y nos ayuda a entender, desde los ojos de Weddell, cómo era la región y sus habitantes.

Entrevista con la traductora de la obra, Isabelle Combès

_¿Qué te motivó a traducir esta obra?

Se trata de un libro que aborda muchos aspectos. Primero la fecha, Weddell es el primer viajero europeo en recorrer estos lugares a mediados del siglo XIX y aporta informaciones de primera mano. Luego, los temas abordados, habla por ejemplo de leyendas o folclore que todavía existen, sobre la laguna de Tatarenda o los restos paleontológicos atribuidos a “gigantes”. Sus informaciones etnográficas sobre la “frontera chaqueña” son muy valiosas también. Y, finalmente, se trata de un libro muy ameno e injustamente desconocido (se publicó como ‘tomo 6’ de la compilación de Francis de Castelnau y de esta manera el nombre de Weddell pasó al olvido). Es un motivo poderoso el de lograr dar a conocer algo olvidado.

_¿Cuál era el objetivo del viaje de Weddell al sur de Bolivia?

Tuvo tres objetivos específicos. Primero, estudiar los restos paleontológicos muy abundantes en Tarija; segundo, como botánico, estaba interesado especialmente en la quina y quería averiguar hasta dónde crece este árbol hacia el sur. Finalmente, tenía la idea de bajar del Pilcomayo hasta Asunción y abrir un camino para Bolivia hacia el Atlántico. En este último motivo tuvieron que influir las recientes expediciones fracasadas de Magariños y Van Nivel, y también cierto deseo de aventura del propio Weddell, que entonces tenía 25 años.

_¿Crees que afectó de alguna manera a Bolivia el hecho de que Weddell no pueda abrir un ruta hacia Paraguay y el Atlántico?

No, no lo creo. De hecho, ninguna expedición de exploración del Pilcomayo fue exitosa hasta la de Daniel Campos en 1883 e incluso esta, si bien logró llegar a Asunción, no logró abrir un camino estable. La vía del Pilcomayo es impracticable ya sea por río o por tierra. Incluso ahora los caminos entre Bolivia y el río Paraguay pasan más al norte.

_Algo descatable del libro es que tiene relatos de la vida cotidiana que permite entender cómo eran las sociedades por las que viajó. Tiene incluso anécdotas chistosas, como cuando participa en la fiesta de comadres…

Exacto, su testimonio nos muestra que en esa época ya existía la fiesta de comadres en Tarija. Weddell llega en época de Carnaval y escribe ‘me parece que esta ciudad está llena de comadres y compadres, pero no veo a los ahijados”. Son notas chistosas. El autor escribió el mismo relato de viaje como botánico (en otro tomo) y este libro es el lado humano de su viaje.

_Sin embargo, el autor tiene una mirada algo despectiva de los bolivianos, ¿qué advertencia tiene que tener el lector al abordar este libro?

Sí, es cierto que en oportunidades mira de manera despectiva a los bolivianos. Ahora bien, él no es el único. Absolutamente todos los viajeros europeos de esa época tienen el mismo tipo de mirada: Europa es más civilizada, más moderna, etc. Hay que entender que incluso los propios bolivianos, o al menos la élite culta del país, pensaba lo mismo. En el siglo XIX modernizar y civilizar significaba tomar como modelo a Europa. Simplemente hay que saberlo, incluso disfrutar al leerlo porque el texto es a veces chistoso al respecto y no darle tanta importancia: lo rescatable del texto de Weddell son los datos que nos da sobre la Bolivia de su época, sus personajes, sus culturas y su geografía.