¿Un buen guionista es alguien que imagina buenos argumentos o que sabe recopilar historias? Cineastas que se dedican al oficio responden a la interrogante y señalan lo que significa hacer guiones en el cine boliviano

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12 de enero de 2019, 4:00 AM
12 de enero de 2019, 4:00 AM

Entre los distintos elementos constitutivos de un filme, el guion suele ser uno de los menos conocidos por el público. Sin embargo, se trata de una pieza fundamental del séptimo arte (se dice que detrás de una buena película hay un buen guion).

Es como la piedra angular de un edificio. Pero, ¿cómo se reconoce un buen guion? ¿Un buen guionista es alguien que imagina buenos argumentos o que sabe recopilar historias? Para el director de Muralla, Gory Patiño, escribir el guion es un viaje interno, jugar a ser un Dios que crea universos, personajes y mueve las fichas de un tablero con tal de que la historia sea interesante y emocione.

“Un buen guionista es un buen ladrón. Roba de noticias, novelas, películas, guiones, anécdotas. Un buen guionista observa y lee mucho. Yo tengo una lista larga de ideas, premisas y conceptos que tienen potencial de convertirse en guiones.

El entorno está lleno de historias. La realidad es mi principal fuente de inspiración”, señala Patiño. El director y productor Diego Mondaca asegura que un buen guionista debe saber escuchar y observar. “Un buen narrador es alguien que conoce mucho, y que también inventa mucho. Alguien inquieto e imaginativo, y que tenga un cierto dominio del lenguaje”.

Mondaca también se refiere a la experiencia de escribir: “Es un proceso de reflexión. De transformación y síntesis hasta lograr lo que uno, como autor, quiere transmitir.

Puede ser un trabajo obsesivo, por eso no creo que sea bueno trabajar solo”. Para Juan Pablo Richter (El río) escribir es la experiencia más placentera de todas. “Es un proceso muy íntimo, muy interesante. Me toma mucho tiempo escribir los guiones, si bien puedo tener varias ideas. Me toma tiempo sentarme y tratar de experimentar para ver si esa idea puede ser una potencial película.

Es una etapa muy importante, aunque, lamentablemente, siento que el avance de la tecnología ha hecho que se pierda un poco la atención a esta etapa. Hay muchas ansias por filmar y creo que, antes de hacer cualquier cosa, hay que escribirla bien, ya sea un documental, un largo o un corto. Debe pasar por un proceso de escritura, maduro y profundo, para que se garantice un producto bueno”, expresa Richter. Marcos Loayza (Averno) también es de los que se toma su tiempo para escribir.

“Cada guionista hace lo suyo; yo soy muy lento, por lo menos me toma de uno a seis años. Cuando ya toma forma lo que considero que es la historia, tomo apuntes, defino los personajes y la estructura y me lanzo a escribir. Y aun así uno puede no quedar conforme. Considero que el guion se termina de escribir en la edición”, apunta Loayza.

Los referentes
A lo largo de su historia, el cine nacional ha dado nombres importantes que se han dedicado a este oficio, desde Jorge Sanjinés y Paolo Agazzi, hasta Luis Espinal y Loayza, varios de ellos también directores de las cintas que escribieron. Un nombre sobresale de entre todos: Óscar Soria Gamarra, considerado el guionista más importante del cine boliviano.

Soria (nació en La Paz el 28 de diciembre de 1917 y falleció en la misma ciudad el 14 de marzo de 1988) trabajó en la gestación de películas emblemáticas como Ukamau y Yawar Mallku, de Jorge Sanjinés; Chuquiago y Amargo mar, de Antonio Eguino, y Mi socio y Los hermanos Cartagena, de Paolo Agazzi. A ello se deben sumar documentales y cortos guionizados para Jorge Ruiz y no menos importante es su obra literaria, plasmada en dos libros publicados en vida y uno póstumo. Loayza considera a Soria fundamental para la construcción de personajes bolivianos en las películas. “Él se encargó de dejar la marca de lo boliviano en cada guion y es algo que perduró”, señala el director de Cuestión de fe y El corazón de Jesús.

Así estamos hoy

¿Qué quedó de esa marca en las generaciones posteriores de guionistas? Loayza, Juan Carlos Valdivia, Rodrigo Bellott y Martín Boulocq se apuntaron en una fructífera etapa del cine nacional, que luego vivió cierta intermitencia (en medio sobresale Tomás Bascopé con El ascensor) hasta que en los últimos años se dieron a conocer las historias escritas (o coescritas) por Kiro Russo (Viejo Calavera), Denisse Arancibia (Las malcogidas), Pedro Antonio Gutiérrez (Bárbara), Juan Pablo Richter (El río), Gory Patiño (Muralla) y Claudio Araya (Lo peor de los deseos), marcando el más reciente auge de la producción cinematográfica boliviana. Para la productora Paola Gosálvez, en la última década han aparecido propuestas muy interesantes de guionistas bolivianos jóvenes; sin embargo, lamenta que varios de estos trabajos pasen desapercibidos por el poco apoyo al desarrollo de esta labor, debido a la equivocada idea de enfocarse en el producto final y no en la raíz.

“Los fondos y los esfuerzos deben estar dirigidos a la producción desde su etapa inicial, que es la escritura del guion”, asegura Gosálvez. “Contar con un fondo de desarrollo es esencial, es darle el respaldo a ese joven que quiere demostrar que puede sostener una historia de 90 minutos y proponerla al público”, añade la productora.

Los cineastas coinciden en que los fondos concursables pueden ser un incentivo que permita conocer nuevos y buenos guionistas, además de dignificar y darle el respeto que merece al oficio del guionista. “Se necesita generar y participar de seminarios, laboratorios y/o encuentros nacionales e internacionales, ayuda a debatir ideas, contrastar maneras y procesos de trabajo. Ese intercambio de experiencias que siempre es enriquecedor”, menciona Diego Mondaca. “Teniendo buenos escritores de novelas y cuentos, creo que podemos generar un espacio para guionistas. Justo ahora que se están filmando más películas, necesitamos buenos guiones”, opina Gory Patiño. Richter opina que hay que dar a los guionistas las condiciones para trabajar, porque “escribir un guion no es un hobby, es un oficio”.

“Ojalá que en la reglamentación de la Ley del Cine quede claro que es importante que un guionista pueda vivir de ese trabajo. El guion necesita retomar el lugar de importancia que tuvo en el cine boliviano.

No quiero sonar anticuado, ni decir que las nuevas propuestas o los cambios en el cine no importan. ¡Claro que importan!, pero no hay que olvidar que todos los procesos creativos parten de una idea, de una construcción, que inicialmente es la escritura, más allá de que la inspiración nazca de una imagen o un sonido. Siempre está ese primer paso, agarrar una hoja y enlistar una serie de tomas. Hay que permitir a los guionistas, sea cual sea el método de trabajo que empleen, que puedan dedicarse a esto”, finaliza Richter.

1. Juan Pablo Richter augura que en la reglamentación de la Ley de Cine se considere que un guionista necesita vivir del oficio

2. Óscar Soria Gamarra es considerado el guionista más importante del cine boliviano. Falleció el 14 de marzo de 1988

3. El guion de El ascensor (2008) fue elogiado por la crítica. La cinta fue escrita y dirigida por Tomás Bascopé 4. Marcos Loayza le toma todo el tiempo que requiere a su labor. En la imagen, parte de los story boards de Averno (2018).
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