Cuadros de colores vivos e intensos forman parte de la última obra de la pintora boliviana Patricia Mariaca, que se exhibe en la galería Puro, de La Paz

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22 de junio de 2019, 4:00 AM
22 de junio de 2019, 4:00 AM

La sala estaba atestada de pinturas variopintas. Los lienzos eran grandes, de un metro cuadrado aproximadamente. Algunos de más de un metro, y otros de un poco menos. Los colores predominantes: el azul y el amarillo. Era un juego armónico de opuestos: azul claro y amarillo intenso. Porque según la teoría de los colores goethiana, el azul dado a lila y el amarillo oscuro son los antagónicos, los elementos cromáticos que se complementan porque es a partir de ellos que llegamos a entender la difícil y apasionante ciencia del color.

La pintora boliviana Patricia Mariaca, artista de larga trayectoria, con ya muchas exposiciones realizadas en varios países del mundo, presentó la noche del pasado jueves 6 de junio, en la galería de arte Puro de la ciudad de La Paz, su última colección de pinturas, titulada Islas remotas, un compendio de cuadros al óleo dedicados a la interpretación metafórica y poética de todos quienes los ven y tratan de vislumbrar la magia plástica y visual de la artista en ellos.

Cada cuadro es una isla única, como una historia aparte, porque puede ser entendido y comprendido independientemente de los demás. Cada uno es un relato singular y que se explica por sí mismo. Los cuadros, tomados de forma autónoma , son lugares seguros e independientes para cohabitar de tú a tú con la imaginación y la interpretación libre. Un jardín.

Un racimo de flores amarillas. Una mujer desnuda sumergida en el agua de un mar o un río.

Una montaña tricúspide milenaria que se yergue al fondo de un paisaje representado por el amarillo predominante de unas flores en completo esplendor. Claroscuros que nos llevan a la noche occidental de los Andes americanos. Huertos y floreros. Hojas de primavera y otoño. Todas las pinturas son una historia que se cuenta por sí sola, sin ayuda de nada ni de nadie.

Pero, al mismo tiempo, todas forman una historia sólida y unívoca: la naturaleza, el amor, la pasión. En una de las paredes está colgado el cuadro Mi verde jardín, que es una pintura circular. En ella se representa un jardín de tonalidades verde intenso, con árboles dando frutos pródigamente y un césped floreciendo pétalos rosados.

Mariaca dice que su obra está inspirada en lo que ella vive en cada momento, tanto en Bolivia como en el extranjero; son miradas del paisaje, del día a día, impresiones del cromatismo de la naturaleza afincado en la botánica y la flora. Sobre la técnica que ella usa para su obra, la pintora dice: “Yo me siento más cómoda con el óleo, utilizándolo sobre distintas superficies, como el metal, el lienzo o la madera, pero siempre pintando con óleo”.

El término isla —palabra del título de la colección— hace referencia no a lo que es una isla en el sentido técnico del vocablo, sino a una isla metafórica, dándole así un sentido semántico a la palabra, en la que la artista se sitúa, abstraída y retirada, al momento de crear cada una de sus pinturas. Las flores, el cielo y el césped son asuntos recurrentes.

Están plasmados con el óleo tanto de colores fuertes y claros como el amarillo, cuanto de tonos grises y oscuros como el azul noche. Uno de los cuadros, el que representa a una mujer desnuda nadando en el agua, sale del contexto de la serie porque, en primer lugar, está elaborado con tonalidades cromáticas diferentes como el celeste y el rosado, y, en segundo lugar, porque el fondo conceptual es distinto.

E iluminadas por los reflectores del techo, tres flores de metal pintadas con colores verdeazulados se tienden en el piso, con los pétalos abiertos y en toda su vitalidad de plantas primaverales. Cada flor metálica, de más o menos un metro de extremo a extremo, tiene en sí un reflector que intensifica el color de las corolas.

Mariaca es una artista que está en constante creación. Hace poco expuso en París, en una exhibición colectiva organizada por la Unesco, en la que presentó cuadros referidos a la Amazonia boliviana, y también en Luxemburgo, en una exposición individual.

Patricia Mariaca dice que para ella es difícil definirse como artista, es difícil saber qué tendencias siguió a lo largo de su carrera, porque, a fin de cuentas, la labor de un artista no está en la autodefinición o en la autoclasificación, sino en la expresión y la expresividad espontáneas, que son la traducción de lo más puro del alma. Por consecuencia, ella dice que lo único que pretende es que las personas que ven sus obras sientan la magia que hacen sentir los portentos naturales, como por ejemplo el Illimani, las selvas de la Amazonia y los valles. Islas remotas es la representación de la naturaleza, de las imágenes con las que el ser humano se topa en cada momento de la vida, pero de las cuales no siempre sabe apreciar su grandeza y su belleza.