No tenía el menor temor en decir que controlaba a la justicia y amenazaba de muerte a quién se le cruzara en el camino. ¿Quién es este oscuro personaje?

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18 de enero de 2019, 14:38 PM
18 de enero de 2019, 14:38 PM

Abordo del avión que lo llevaría de Cochabamba hasta El Alto, Jhasmani Torrico, el "abogado torturador", sonreía a la cámara como si se estuviera yendo de vacaciones. En su gesto no se notaba ningún temor porque pronto pasaría a ser un reo más de la cárcel de Chonchocoro, reservada solo para los delincuentes más peligrosos del país. A su llegada no cambió la figura, a los periodistas que esperaban en el aeropuerto les dijo que "encantado" hablaría con ellos, pero que no le dejaban, por lo que gestionaría un permiso con el gobernador del penal para poder conceder entrevistas.

Torrico, que ya era tristemente célebre en Cochabamba por sus fechorías, se hizo conocido en todo el país tras difundirse a inicios de esta semana varios videos en los que se muestra cómo operaba bajo el amparo de ser abogado. Las imágenes, que solo son dos cuentas de un largo rosario de crímenes, muestran al abogado intimidando a dos personas que habían contraído deudas con sus clientes, a uno de ellos lo amenaza de muerte, al otro lo golpea, siempre acompañado de sus cómplices, un grupo de matones que ya son buscados por la Policía.

Jhasmany Torrico ya planteaba una “declaración de principios” desde su mismo despacho, en el que no estaba colgado algún cuadro religioso, el de los libertadores o una estatua de Temis, diosa de la Justicia. En vez de ellos, en la pared atrás de su escritorio, estaban: Al Pacino, en su papel de Tony Montana en Scarface, y a ambos lados otros dos mafiosos de ficción: el mismo Al Pacino, esta vez como Michael Corleone, y Marlon Brando como Vito Corleone, personajes de las películas de 'El Padrino. Quién se sentaba delante de él seguramente recibía el mensaje: aquí la ley es la del más fuerte.

Pero era más que unos cuadros, Torrico se comportaba como un mafioso en la vida real y recurría a esos métodos casi convencido de que siempre viviría en la impunidad. A la tortura, como método de acción, se sumó la conformación de una red de corrupción en la que estaban implicados miembros de la Policía, el Ministerio Público y la justicia. A pesar de ello, dos de sus víctimas lograron ser escuchadas. 

Jhasmany Torrico terminó encarcelado por dos procesos a finales de 2018. El primer caso es acusado de haber torturado a un mecánico, al que llegó a electrocutar y amenazar con que violaría a su hija para que firme un desistimiento del cobro de una deuda de $us 20.000; el otro es por un pleito con su padrastro, que fue el que le dio el apellido cuando era niño, por un litigio relacionado al despojó de su casa.

Sin embargo, sus actividades ilícitas no acabaron cuando terminó en prisión. Desde el penal de El Abra, en Cochabamba, seguía controlando la red de extorsión que había logrado enquistarse en los juzgados de la Llajta. Un vocal, un fiscal y cuatro policías (parte de este grupo) ya fueron detenidos en las últimas horas.

Solo la difusión de los videos y el repudio generalizado, tras su viralización, provocó que se frené las acciones de este abogado, cuya licencia seguía vigente al momento del escándalo, una decisión de Régimen Penitenciario decidió que su detención preventiva sea cumplida en la cárcel de Chonchocoro en La Paz. La investigación que está en curso será la que finalmente determine hasta dónde alcanzaron los tentáculos de la red que era controlada por Jhasmany Torrico.