Duncan, Cataricagua y Patiño, son espacios que ahora tienen la fama de ser el escondite para los ‘jukus’ y su botín

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24 de marzo de 2019, 4:10 AM
24 de marzo de 2019, 4:10 AM

Como si se trataran de huecos creados por el capricho de los movimientos geológicos de los cerros, en los montículos que rodean a Posokoni, que en sus faldas tiene a la población minera Huanuni y a sus explotadores estatales de mineral, se pueden ver varias de estas excavaciones que en realidad son los túneles por donde entran y salen los ladrones del mineral.

EL DEBER pudo constatar la existencia de estos pasadizos a la total oscuridad, que el ministro de Defensa, Javier Zavaleta, aseveró haría explotar como parte de la lucha contra los ‘jukus’ y las mañas que encontraron para lucrar del delito. Acercarse a estos espacios, para mirarlos o fotografiarlos puede convertirse en un arma de doble filo, ya que debido a las acciones anunciadas por el Gobierno contra los ladrones de mineral, hay cada vez más ojos mirando lo que pasa en estos lugares.

“Es peligroso subir hasta esas bocaminas clandestinas, porque los ‘jukus’ que están rondando por el lugar pueden pensar que son gente de Inteligencia de los militares y los uniformados pueden confundirlos con ladrones”, nos advirtió un hombre de unos 50 años, que es uno de los pocos habitantes que aún viven en los cuartos construidos con adobes de barro, donde se tiene que entrar casi doblado.

Él habita en Cataricagua, población señalada por las autoridades como el escondite de los ‘jukus’ y de los minerales robados de Posokoni, cerro al que miran casi de frente. Junto a este excampamento minero, también se ganaron la fama de escondites de delincuentes Duncan y Patiño.

Una prueba de que esto es cierto, son los huecos que se observan a lo lejos en medio de pajas bravas, los túneles que tienen hasta dos kilómetros de extensión y que en muchos casos pueden llegar al corazón mismo de las vetas de mineral, siendo un refugio perfecto para tomar un descanso o acumular las bolsas con el estaño robado, mientras llegaban los vehículos en los que se mueve el mineral.

En estos excampamentos mineros, los operativos combinados de la Policía y el Ejército siempre terminan encontrando sacos de mineral robado.

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